NUESTROS PADRES NOS DAN LO QUE TIENEN Y DEBEMOS SER
AGRADECIDOS
AGRADECIDOS
Escrito por: Margoth Salas
Dice la palabra que un hombre tenía dos hijos, uno de ellos le pidió la parte de la herencia que le correspondía, pidió su herencia en vida, el padre les repartió los bienes, quiere decir que aunque sólo no pidió el padre dio los bienes a los dos. Dice la palabra que pasado el tiempo el hombre que recibió los bienes los desperdició viviendo perdidamente. Lo primero que debes aprender acerca de es que no hay dinero que aguante para el que vive perdidamente. Cuando alguien recibe a Jesús en su corazón, ese día de su conversión a Cristo comienza un nuevo camino de prosperidad; porque el que no tenía para la renta porque se lo tomaba, lo inhalaba, lo desperdiciaba en otras mujeres que no era la suya solo por dejar de pecar ya tiene dinero a su favor. Por ejemplo; yo me fumaba un poco más de un paquete de cigarros diarios a los 20 años y de los 20 años para acá me he ahorrado en cigarros un carro último modelo. La Bendición que Dios nos da es producto de una vida ordenada, una vida desordenada es una vida que no va a prosperar, si diezmas y ofrendas Dios te da, pero si lo malgastas, el diablo te quita. No puedes recibir de Dios con una mano y permitir que las tinieblas te lo quiten.
El otro hijo fue al revés, se enojó cuando el hermano regresó y le dijo al papá: “Yo nunca te he dejado de servir y no me has dado un cordero para comer con mis amigos”. El padre le contestó: Lucas 15:31 Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. El segundo principio que hay que practicar para prosperar es la constancia, el padre le dijo: “Tu siempre Para prosperar hay que hacer cosas siempre. El padre también le dijo: “Todas mis cosas son tuyas”. El padre también le repartió a este hijo su parte, este es el segundo tipo de personas que es aquel que teniendo a Dios, por su religiosidad nunca le pide nada, después terminan amargados, en contra de la prosperidad, en contra de la gente, pero aquellos que hemos aprendido a pedirle a Dios, a esperar en él y hacer de Él el fruto de nuestra bendición no tenemos la culpa de aquellos que no aprovechan la paternidad de Dios. estás conmigo”.
Cuando al primer joven se quedó sin nada dijo: Lucas 15:17-18 ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
En Dios hay abundancia, el hijo pródigo era pródigo pero no era tan tonto, porque cuando volvió en sí sabía que en la casa de su padre había lo que él necesitaba. Usted debe decir “El Padre, es mío” esto significa pertenencia.
Antes de Jesús nadie se atrevía a llamar a Dios, Padre; de hecho eso le costó a Jesús la vida, le preguntaron: “¿Eres tú el hijo de Dios?” y el dijo: “Tú lo has dicho”; en ese momento dijeron “Crucifíquenlo porque blasfemia ha dicho”. Los judíos no se atrevían a decirle a Dios, Padre; le llamaban el Altísimo, no pronunciaban su nombre, no porque no su nombre no pudiera pronunciarse, sino porque Dios quería revelarse como Padre. ¿A quién de ustedes sus hijos los llaman por su nombre? a todos les dicen “Papá”.
Cuando el Espíritu Santo nos adopta, dice que las palabras que dice son: “Abba Padre” que significa “Papito” nunca el Espíritu Santo clama dentro de nosotros ¡Jehová! Aunque lo decimos, clama por un papá.
Esta es la manera en la que Jesús enseña a orar:
Mateo 6:9-10 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
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